- La Estación de Valladolid-Campo de Béjar, inaugurada el 1 de diciembre de 1890, fue un referente en la movilidad urbana y ferroviaria de la ciudad
Valladolid es una ciudad cargada de historia, no sólo por los monumentos y edificios que aún podemos disfrutar, sino también por aquellos que han desaparecido, pero dejaron una huella imborrable en su arquitectura y urbanismo. En esta sección exploramos esos espacios emblemáticos que formaron parte del paisaje de nuestra ciudad, para recordar su historia y su legado arquitectónico.
La Estación de Valladolid-Campo de Béjar, inaugurada el 1 de diciembre de 1890, fue un referente en la movilidad urbana y ferroviaria de la ciudad. Fue la segunda estación en Valladolid de la Compañía del Ferrocarril Económico de Valladolid a Medina de Rioseco, más conocido como Tren Burra, tras la de San Bartolomé. Su ubicación en el corazón de la ciudad buscaba un intercambio más eficiente con la cercana Estación del Norte, estableciendo un nexo de comunicación clave para la época.
El diseño de la estación y su trazado urbano eran innovadores: la vía estrecha recorría calles y paseos históricos como Isabel la Católica, San Ildefonso, el Puente Mayor y Recondo, integrándose en el tejido urbano. Precisamente, esta misma integración generó tensiones con el tráfico rodado, lo que llevó al cierre del tráfico de viajeros en 1952. Sin embargo, el tráfico nocturno de mercancías se mantuvo hasta 1961, año en que se clausuró y desmanteló definitivamente.
El solar de la estación se transformó en la actual Estación de Autobuses de Valladolid, lo que mantiene el lugar como zona de intercambio y paso de viajeros.
La Estación Campo de Béjar recuerda cómo la arquitectura y la ingeniería ferroviaria no sólo conectan territorios, sino que también configuran el paisaje y la vida urbana. Aunque ya no exista físicamente, su legado permanece en la memoria de la ciudad.